En la última clase antes
de Semana Santa hicimos una aproximación al concepto de Patrimonio
Cultural y a la idea de cómo este puede servir como ámbito de
intervención para los y las educadoras sociales.


Con esto, afirmamos que
el patrimonio es una construcción social y además un espacio de
conflicto entre aquello que para unos es importante y para los que
no. Por ello, es preciso activar el patrimonio, es decir, ponerlo en
valor; lograr que la sociedad lo viva como algo colectivo y común,
evitando así el mayor conflicto posible. Desde este punto de vista,
partiendo de la idea de que el patrimonio es una construcción
social, no podemos afirmar que sea algo objetivo, pues continuamente
está cambiando, siendo dependiente del momento social y de la época
en que se viva; así como del sector turístico, puesto que puede
suponer un ingreso para el mismo y un desarrollo social.
En relación al
patrimonio cultural es preciso tener en cuenta las distintas líneas
de actuación, que son:
- De recuperación, conservación o restauración.
- De activación (ponerlo en valor para lograr que no se pierda).
- De difusión (dar a conocer).
- De reelaboración (cambiar, darle otro sentido).
- De creación.

Por su parte, en los
talleres se pueden realizar todo tipo de actividades creativas para
acercar a los visitantes a la actividad, ya sea a través de talleres
de expresión, actividades de investigación, talleres vivenciales,
entre muchas otras. Y por último, en relación a los itinerarios
culturales, en los que se combina tanto las visitas guiadas como los
talleres, es preciso que los educadores y las educadoras sociales
sepan darle una estructura narrativa, es decir, que el itinerario
tenga un principio y un final, en el que las actividades estén bien
conectadas, con un sentido adecuado y de forma coherente.
Consideramos importante
destacar que aunque no sean muy conocidas, se han llevado a cabo
numerosas experiencias en esta línea de trabajo, siendo en la
mayoría de los casos, propuestas de dinamización sociocultural que
han colaborado tanto para la promoción cultural y difusión del
patrimonio como en la reinserción de determinados colectivos
sociales en riesgo de exclusión. Es aquí donde el educador y la
educadora social debe abrirse hueco y utilizar las diferentes
herramientas que tiene a su alcance para ampliar su repertorio e
introducir nuevas estrategias de intervención que sirvan a la
comunidad.
Desde esta idea es
preciso que entendamos el patrimonio no como un fin en sí mismo,
sino como un medio que debe integrarse en el proceso educativo en
general y en la formación de la ciudadanía en particular. A través
de los referentes patrimoniales, se puede trabajar en el fomento del
pensamiento crítico y la reflexión de la realidad, la comprensión
de las sociedades pasadas y presentes, la vinculación de nuestras
raíces culturales y nuestras tradiciones. De este modo, se configura
el patrimonio como un conjunto de elementos socialmente simbólicos e
identitarios sobre los que reflexionar y fomentar actitudes que
potencien el respeto a la diversidad y la pluralidad. Todo ello se
puede trabajar desde una metodología participativa, creativa y de
investigación, que despierte el interés por la cultura y sirva como
medio para ampliar conocimientos.
Es decir, con la
incorporación de este nuevo ámbito en la educación, ya sea formal
o no, no solo se pretende la mera adquisición de conocimientos, sino
que lo que se espera y se trabaja es que los alumnos desarrollen otro
tipo de capacidades como son las de observación, análisis,
reflexión, entre otras, de manera que la enseñanza a través del
patrimonio se convierta en un proceso más comprometido con el
entorno social que les rodea. Desde nuestro punto de vista, los y las
educadoras sociales, importantes por su perfil profesional, deben
abrirse camino en este ámbito de trabajo, pues tienen la capacidad
para reinterpretarlo como escenario abierto, integrador y
multidisciplinar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario