El
martes pasado dimos paso a un nuevo tema muy interesante: el teatro
social. Desde esta perspectiva es importante que entendamos el mismo
como una herramienta de transformación no solo personal, sino
también colectiva. Existen diversas denominaciones entorno a este
concepto como son: teatro comunitario, teatro aplicado, teatro para
el desarrollo, teatro del oprimido, entre muchas otras. Pero lo que
realmente nos interesa de ellas es el proceso educativo que se
produce; planteándose como uno de los objetivos principales generar
procesos de creación cultual y empoderamiento.
El
teatro social surge debido a la ruptura producida con el teatro
tradicional, la pedagogía crítica de Paulo Freire, así como por la
visión aportada por Boal, que entiende el teatro social como una
herramienta de transformación en la que el espectador se convierta
en actor. Como hemos dicho anteriormente, el teatro social no solo
supone un cambio personal, una desmecanización de las personas (como
propone Boal), sino también un cambio colectivo, puesto que se
plantean situaciones diversas y se responde a ellas de formas
distintas a través de un trabajo colectivo.
Augusto
Boal (1931-2009) propone en 1960 el Teatro del
Oprimido. Se trata de un teatro popular, accesible a todos y en
cualquier lugar, en el que todos pueden participar, aunque no sean
profesionales de ello. La idea es hacer intervenir al público en la
representación; una representación de creación colectiva en la que
se pretende la reflexión sobre una problemática determinada.
El
Teatro del Oprimido nace de un colectivo que está siendo objeto de
una opresión ejercida por parte de otro colectivo con la intención
de obtener unos beneficios. Se trata de dar a conocer el trabajo
admirable de personas sencillas, oprimidos, que han luchado contra
una situación, que la han denunciado y que deseaban transformarla.
Mientras que el teatro tradicional es eminentemente un bien de
consumo, el Teatro del Oprimido tiene una dimensión humana a lo
largo de todo el proceso artístico ya que, desde su concepción, su
objetivo va más allá de la representación frente a un público: el
cambio social.
Según
A. Boal, “el Teatro del Oprimido no es una serie de recetas, de
procedimientos liberatorios, un catálogo de soluciones ya conocidas:
es sobre todo un trabajo concreto sobre una situación concreta, en
un momento dado, en un lugar determinado. Es un estudio, un análisis,
una investigación”. También es bien conocida su frase: “El
teatro es un ensayo para la revolución”. Esto significa sobre todo
una cosa: un trabajo conjunto, de grupo, como sujetos históricos
capaces de realizar cambios y emancipación. Se trata de personas que
trabajan porque no se conforman con la situación de desconcierto.
Desde
el punto de vista de la educación social es importante tener en
cuenta el teatro social como herramienta de cambio puesto que con
ella podemos intervenir con numerosos colectivos y contextos
diversos. Además, ser conscientes y conocedores de este ámbito es
muy importante para poder integrar todo tipo de métodos a nuestras
intervenciones; lo que supondrá un paso adelante para todos y todas.
El
Teatro del Oprimido tiene por objetivo utilizar el teatro y las
técnicas dramáticas como un instrumento eficaz para la comprensión
y la búsqueda de alternativas a problemas sociales e
interpersonales. Se trata de estimular a los participantes a expresar
sus vivencias de situaciones cotidianas de opresión a través del
teatro y en este sentido, podemos entenderlo como una herramienta muy
buena para que los colectivos con los que trabajemos puedan
expresarse y exteriorizar sus sentimientos, a la vez que reflexionan
sobre su situación propia y sobre la de los demás.
Desde
sus implicaciones pedagógicas, sociales, culturales, políticas y
terapéuticas se propone transformar al espectador pasivo en
"espect-actor", como propone Boal, convirtiéndose así en
protagonista de la acción, estimulándolo a reflexionar sobre su
pasado, modificar la realidad en el presente y crear su futuro.
Además, como hemos comentado, las obras teatrales son construidas en
equipo, a partir de hechos reales y de problemas típicos de una
comunidad, por lo que esto fomenta la cohesión grupal, la confianza
en los otros, la ayuda, entre otras muchas capacidades y
disposiciones que posibilitan a las personas creer en la colectividad
y en el cambio social.
"Ciudadano
no es aquel que vive en sociedad, ciudadano es aquel que la
transforma"
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